"La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle"

"La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle"
"La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle" María Montessori.

lunes, 20 de abril de 2015

UN CUENTO PARA REFLEXIONAR...

La señorita Thompson

Quiero compartir un relato de esos que te llegan muy adentro, te emocionan,... La señorita Thompson, unas líneas para la reflexión como personas y como profes :) 

Al inicio del año escolar una maestra, la señora Thompson, se encontraba frente a sus alumnos de quinto grado.Como la mayoría de los maestros, ella miró a los chicos y les dijo que a todos los quería por igual. Pero era una gran mentira, porque en la fila de adelante se encontraba, hundido en su asiento, un niño llamado Jim Stoddard. La señora Thompson lo conocía desde el año anterior, cuando había observado que no jugaba con sus compañeros, que sus ropas estaban desaliñadas y que parecía siempre necesitar un baño. Con el paso del tiempo, la relación de la señora Thompson con Jim se volvió desagradable, hasta el punto que ella sentía gusto en marcar las tareas del niño con grandes tachones rojos y ponerle cero. 

Un día, la escuela le pidió a la señora Thompson revisar los expedientes anteriores de los niños de su clase, y ella dejo el de Jim de último. Cuando lo reviso, se llevo una gran sorpresa. La maestra de Jim en el primer grado había escrito: “Es un niño brillante, con una sonrisa espontánea. Hace sus deberes limpiamente y tiene buenos modales; es un deleite estar cerca de él”. 

La maestra de segundo grado puso en su reporte: “Jim es un excelente alumno, apreciado por sus compañeros, pero tiene problemas debido a que su madre sufre una enfermedad incurable y su vida en casa debe ser una constante lucha”
La maestra de tercer grado señaló: “la muerte de su madre ha sido dura para él. Trata de hacer su máximo esfuerzo pero su padre no muestra mucho interés, y su vida en casa le afectará pronto si no se toman algunas acciones”.


La maestra de cuarto escribió:”Jim es descuidado y no muestra interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones se duerme en clase”. La señora Thompson se dio cuenta del problema y se sintió apenada consigo misma. Se sintió aun peor cuando al llegar la navidad, todos los alumnos le llevaron regalos envueltos en papeles brillantes y con preciosos listones, excepto Jim: el suyo estaba torpemente envuelto en el tosco papel marrón de las bolsas del supermercado.

Algunos niños comenzaron a reír cuando ella sacó de esa envoltura un brazalete de piedras al que le faltaban algunas ,y la cuarta parta de un frasco de perfume. Pero ella minimizó las risas al exclamar: !Qué brazalete tan bonito!", mientras se lo ponía y rociaba un poco de perfume en su muñeca. Jim Stoddard se quedó ese día después de clases solo para decir: "Señora Thompsom, hoy usted olió como mi mamá olía". 

Después de que los niños se fueron, ella lloro por largo tiempo. Desde ese día renuncio a enseñar sólo lectura, escritura y aritmética, y comenzó a enseñar valores, sentimientos y principios. Le dedicó especial atención a Jim. A medida que trabajaba con él, la mente del niño parecía volver a la vida; mientras más lo motivaba, mejor respondía. Al final del año, se había convertido en uno de los más listos de la clase. A pesar de su mentira de que los quería a todos por igual, la señora Thompson apreciaba especialmente a Jim. 


Un año después, ella encontró debajo de la puerta del salón una nota en la cual el niño le decía que era la mejor maestra que había tenido en su vida. Pasaron seis años antes de que recibiera otra nota de Jim ; le contaba que había terminado la secundaria, obtenido el tercer lugar en su clase, y que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en su vida. 

Cuatro años después la señora Thompson recibió otra carta, donde Jim le decía que, aunque las cosas habían estado duras, pronto se graduaría de la universidad con los máximos honores. Y le aseguro que ella era aún la mejor maestra que había tenido en su vida. 


Pasaron cuatro años y llegó otra carta; esta vez Jim le contaba que, después de haber recibido su título universitario, había decidido ir un poco más allá. Le reiteró que ella era la mejor maestra que había tenido en su vida. Ahora su nombre era más largo; la carta estaba firmada por el doctor James F. Stoddard, M.C El tiempo siguió su marcha. 

En una carta posterior, Jim le decía a la Señora Thompson que había conocido a una chica y que se iba a casar. Le explicó que su padre había muerto hacía dos años y se preguntaba si ella accedería a sentarse en el lugar que normalmente está reservado para la mamá del novio. Por supuesto, ella aceptó. Para el día de la boda, usó aquel viejo brazalete con varias piedras faltantes, y se aseguró de comprar el mismo perfume que le recordaba a Jim a su mamá. 

Se abrazaron, y el doctor Stoddard susurró al oído de su antigua maestra " Gracias por creer en mí. Gracias por hacerme sentir importante y por enseñarme que yo podía hacer la diferencia". La Señora Thompson, con lágrimas en los ojos, le contesto: "Estás equivocado, Jim: fuiste tú quien me enseñó que yo podía hacer la diferencia. No sabía enseñar hasta que te conocí".



Un instante para reflexionar……

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, no pongáis el nombre o el link de vuestro blog en el comentario (de ser así no será publicado). Me pasaré por vuestras bitácoras a través de vuestros nombres de usuario ;) Mil gracias!