En una de esas conversaciones que he tenido con mis peques, uno de ellos nos contó que jugaba y hablaba con un niño al que sólo el conocía. Se trataba de su amigo imaginario, un compañero de aventuras sin igual a través del que los peques proyectan una buena parte de su mundo interior (lo que les hace felices, lo que les da miedo, les preocupa o les hace sentir mal), buscan soluciones y hablan consigo mismos, lo que les ayuda a expresar sus emociones y a conocerse mejor.
Y es que ese amigo imaginario, fruto de su imaginación, y ellos lo saben:
- Les ayuda a sentirse seguros expresando lo que sienten.
- Es un compañero de fatigas que les ayuda a canalizar sus temores y angustias.
- Los entiende cuando le cuentan algo.
- Es una parte muy importante en la elaboración de su propio mapa emocional y les ayuda a ir poco a poco reflexionando a través del diálogo consigo mismos.
Así que no hay que asustarse si nuestros peques hablan con su amigo imaginario, a veces incluso puede ser su muñeco favorito. Puede surgir a los dos o tres años, cuando el lenguaje verbal ya les permite inventarse personajes y le dicen adiós hacia los seis o siete años.Es algo normal en el desarrollo evolutivo que no ha de ser fuente de preocupación siempre y cuando el peque no centre su mundo en esta amistad y se aisle de los demás.
Nuestro rol consiste en comprender y acompañar de forma respetuosa, sin reírse ni juzgar algo que es completamente normal y necesario para su desarrollo. Incluso si los peques nos lo permiten podemos jugar con ellos.
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